¿Somos amigos por afinidad o por utilidad? Reflexión aristotélica con una cerveza en la mano
Imagínate que estás en la barra de un bar con un amigo de toda la vida, o con ese colega que solo aparece cuando hay una ronda gratis. Entre un trago y otro, alguien suelta la gran pregunta: "¿La amistad es de verdad o, al final, todos estamos aquí por interés?". Silencio incómodo. Se miran. ¿Estamos ante una revelación o simplemente nos hemos puesto demasiado filosóficos demasiado pronto?
Para salir de dudas, viajemos unos cuantos siglos atrás, hasta la Antigua Grecia, donde Aristóteles ya se planteaba lo mismo. Y él, que de tonto no tenía un pelo, dijo que la amistad se podía dividir en tres tipos. Vamos a ver si encaja con lo que pasa en este bar:
Las tres amistades según Aristóteles (versión para bares)
Amistad por interés
- Aquí entran los que están porque les conviene. El compi del curro con el que te llevas bien, pero solo porque te ayuda con los marrones. O el vecino que de repente te sonríe cuando necesita que le riegues las plantas. Relación útil, pero en cuanto se acaba el beneficio, se acabó la amistad.
Amistad por placer
- Esta es la del colega con el que siempre te echas unas risas, el que nunca falta en las fiestas, pero que desaparece si le hablas de tus problemas. Son relaciones intensas, pero poco profundas. Cuando el entretenimiento se acaba, cada uno por su lado.
Amistad verdadera
- Aquí está la joya de la corona. Ese amigo que no solo está cuando todo es risas y diversión, sino también cuando la vida se tuerce. No importa si le necesitas a las tres de la mañana o si hace tiempo que no habláis, cuando lo haces, todo sigue igual. Este tipo de amistad, según Aristóteles, es la más rara, pero también la más valiosa.
Entonces, ¿hay amistad sin interés?
A ver, siendo sinceros… en todas las relaciones hay algo de interés. Incluso en las amistades más profundas buscamos compañía, apoyo o alguien con quien compartir nuestras neuras. La diferencia está en si el interés es egoísta o si simplemente forma parte de la relación sin condicionarla.
Aquí, en la barra, lo vemos clarísimo:
- Están los que solo se juntan porque les divierte (amistad por placer).
- Están los que siempre tienen una razón detrás (amistad por utilidad).
- Y luego están los que, aunque pasen años sin verse, siguen siendo amigos de verdad.
La prueba definitiva
Si quieres saber si una amistad es real, Aristóteles te diría: espera a que las cosas se pongan feas. Cuando la fiesta se acaba, cuando ya no hay favores que pedir, cuando estás en tus peores momentos… ¿quién sigue ahí?
Si sigues filosofando con la última cerveza caliente y el camarero esperando a que te vayas, puede que acabes entendiendo que la verdadera amistad no se mide en favores ni en diversión, sino en quién se queda cuando todo lo demás desaparece.
Y si después de esta charla profunda tu colega sigue sentado a tu lado, sin mirar el reloj… igual has encontrado un amigo de los buenos. 🍻
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